El Aljarafe

Desde mi llegada a la ciudad donde estoy residiendo temporalmente...muy temporalmente, no he podido disfrutar de nada de esta ciudad que es preciosa.

La primera vez que vine a Sevilla me produjo una sensación parecida a cuando uno comienza a enamorarse.

Cuando uno conoce a alguien que le gusta, tienes expectativas, nervios, ansiedad, felicidad e ilusión. Y cuando hace años conocí Sevilla, sentí algo similar.

Según mi humilde opinión, es una de las ciudades más bonitas de España.

Para los que tienen la suerte de conocerla sabrán que pasear por el río Guadalquivir, comprarse cerámica por el barrio de Triana, visitar la Catedral, perderse por el Barrio de Santa Cruz, tumbarse debajo de un árbol en el Parque María Luisa, tomar un fino y unas tapitas...es una maravilla.

Pero lo más bonito de Sevilla son su olor y sus colores. Sevilla huele a naranjo, azahar y a flores en general. Y los colores son preciosos.

Además la mezcla de lo árabe y lo cristiano siempre me recuerda a los libros de historia que tenía que estudiar de pequeña. Libros que me hacían conocer los orígenes de la cultura española, desde mi lejano lugar.

Y cuando conocí Sevilla me di cuenta que la imagen que yo me había creado de España estaba reflejada en esta ciudad, aún sin conocerla.

Estar aquí siempre es un placer y en cualquier época (bueno, en verano con sus 40 y picos de grados...no tanto) pero en semana santa, la feria de abril, en navidades o en cualquier fiesta local, o un fin de semana cualquiera, pasearse por sus calles es una experiencia única.

Pero como todo lo bueno, si es breve, doblemente bueno, yo siempre he dicho que yo elijo Sevilla como novio, no como marido.

Que quiere decir esto? Que Sevilla, para mi es para volver siempre, de visita, de vacaciones, a quedarse un tiempo.

Pero yo soy mujer de capitales, nací en pleno centro de Buenos Aires por lo que vivir en una ciudad pequeña me desespera.

Tal vez la desesperada sea yo, que necesito de las prisas y de la locura de una capital para poder sentirme a gusto...no sé, soy así.

Por eso creo que cuando uno tiene un novio, no es lo mismo que cuando tiene un marido. La rutina hace que las cosas cambien, no digo que empeoren, sino que cambian.

Tal vez l@s casad@s podrán opinar otra cosa, pero yo soy persona de pasiones, no de rutina. Pero es cuestión de carácter o tal vez de propia ignorancia.

Y por esas dos cosas, tal vez me pierda de conocer otras experiencias más profundas, pero uno, es como es.

Siguiendo entonces mis propias necesidades, he decidido que mañana, me haré un gran paseo sola, para relajarme y disfrutar de la ciudad porque llevo 10 días sólo trabajando y necesito exactamente eso, relajarme y alegrarme la vista y el olfato.

Esta mañana de camino al trabajo (como no) me enteré que estamos en la zona de El Aljarafe.

Y El Aljarafe es una palabra árabe y según me han contado, significa, otero, elevación, balcón.

Por lo que esta zona se llama "El balcón" de Sevilla.

Lo que significa que desde que llegué estoy mirando, desde el balcón.
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Y si bien la vista es estupenda, mañana, bajaré a darme mi paseito.

Me lo merezco.