Inmersa en azul

Hoy he salido a buscarte.

Temía hacer la pregunta sobre tu existencia.

Realmente lo que temía era la respuesta.

Sé que me harás bien...o tal vez no, pero eso me han recomendado: que te busque!

Pero yo no sé como tratarte, no lo he aprendido.

Sólo sé que si te encuentro me harás bien.

Limpiarás mi cuerpo y con el mi alma.

Vergüenza me daba preguntar. Se supone que yo debo conocerte. Pero como podría hacerlo?

Sólo te busco cuando te necesito y es normal que tal vez tú no me conozcas realmente.

Llegué, me paré delante de ti, pero tus ojos no me miraron...al principio.

Te buscaba azul como me habían dicho, te encontré diferente. Serías tú?

Dudé y pensé...tengo que preguntar si eres tú o no quien vendrá conmigo a casa. Antes, aprenderé a tratarte, pero necesitaré consejo.

Insistí recorriendo con mis ojos cada espacio. Pero te necesitaba...azul. Azul tenías que ser.

No te encontraba azul, sólo veía grises.

Sé que allí estabas, azul o gris pero estabas...inmerso en el hielo. Sé que el frío te gusta. A mi no.

Cuando llegó mi momento, el pescadero me dijo: Que le pongo?

Dije...pescado azul...cual me recomienda?

Me dijo, atún, salmón, sardinas, bonito, etc.etc.etc.

Dije salmón y atún...esos sí los conozco!

Deme uno de cada. Y claro, es lo único que puedo comer pescado azul.

Mi estómago mejorará...dicen que el pescado azul es lo mejor y ya está en mi casa.

Como me divierto los sábados en el mercado del barrio!.

Y que puede tener de poético, de romántico, de novelado la historia de un pescado?

Supongo que nada pero ya sabemos...yo soy así de rarita.