El piquito asesino

Empezar la semana con una reunión a las 9 de la mañana, no es sano.

Básicamente porque yo por las mañanas soy una marmota y mis neuronas no están a pleno rendimiento.

Entonces, y como si fuera una niña pequeña, me tengo que preparar todo el día anterior, porque de confiar en mis habilidades de lunes de madrugada (para mi) podría llegar a salir a la calle hasta sin zapatos.

Además por mucho que me levante muy temprano para ducharme, arreglarme, desayunar y etc. mi cara de dormida es inevitable.

Aún incluso recurriendo a un corrector de ojeras, que no las tengo pero me lo pongo como si así se me deshincharan los ojos, es imposible evitar el careto de sueño. Y encima, cuando has dormido fatal.

Anoche antes de acostarme, preparé en una silla el mega vestido, las medias, los tacones, el bolso, las llaves, todo junto y cerca para que yo, no me despiste y me fui a dormir.

Antes de hacerlo tuve una muy mala idea, y fue ponerme unos rulos en la cabeza.

Y claro...un ser humano normal no puede hacer eso. Además, insisto en hacer algo que no sé, yo no sé arreglarme mi larga melena (ya lo he dicho varias veces) pero no he tenido tiempo de ir a la peluquería.

Pero dormir con algo en la cabeza es antinatural.

Menos mal que no hay marido en casa, porque si lo hubiera, aceptaría que se divorciara de mi por ir a la cama en esas condiciones.

Y encima, para nada.

No sólo conseguí un pelo extraño por la mañana, limpio y con movimiento pero extraño, sino que no he muerto de milagro, a manos de un piquito metálico.

Al más puro estilo Expreso de Medianoche (en el momento que no me acuerdo quien se clava un gancho en la nuca) de milagro, no tengo un ojo menos.

Y conste que sólo me puse 4 rulos para la parte de delante, de haberme puesto más, hoy no podría contar esto.

Cuando me fui a dormir pensé incluso en la forma que tenía que dormir para no clavarme esos elementos en mi cerebro pero claro, cuando dormimos vamos para el lado que vamos así que nada, yo me acosté segura del resultado.

Y a la madrugada al parecer, dejé de pensar que tenía que dormir de una forma especial y me giré y claro, salté del pinchazo del piquito de las narices.

Dormida me agarré la cabeza y comencé a arrancarme los cuatro rulos. Y claro, estaba muy dormida. Entonces, a manotazos limpio fui organizando la expulsión de esa estupidez y quedaron por la cama desperdigados, pinchos y rulos.

A la siguiente media vuelta, me clavo otro piquito en la cara y yo sólo atinaba a dar manotazos...para eliminar los objetos extraños de mi cama.

Esto provocó que duerma fatal, con dolor de cabeza, con pinchazos por cara y espalda y cuando sonó el reloj a las 07.45 hs. yo lo apagué como si conmigo, no fuera.

Pero mi inconsciente me sacó de la cama asustada pensando en que me había quedado dormida, pero que va...nunca me pasa...soy muy puntual. Llego siempre a su hora o un poco antes, eso sí, con una cara que parece que viniera de un botellón.

Lo bueno es que si la reunión es con un señor, no hay mayor problema, ellos no miran la cara...y mucho menos si voy vestida de viuda como hoy, toda apretada pero de negro riguroso con un vestido tan entallado que parecía la sirenita.

Pero la reunión era con una señorita que me miró hasta el reloj, el anillo (creerá la tonta que es un brillante y es una humilde circonita que da el pego fantásticamente), el pelo, mis ojos hinchados y hasta el dni...ya sabemos, cosas de mujeres.

Pero todo fue bien, aproveché mucho el día porque a las 10 ya estaba en la oficina más despierta que nada y el día me cundió estupendamente.

Así que cual guerrero que regresa a casa después de la batalla, y se quita sus armas, sus vestiduras y reposa disfrutando del descanso del guerrero, así he llegado yo a mi hogar.

Una vez desenfundada, lo primero y más urgente ha sido...recoger los piquitos asesinos desperdigados por mi habitación.