lunes, 29 de octubre de 2007

Alas en lo imposible

El sol inundaba su espacio.

Ella viajaba, tranquilamente y agradecía que el sol le bronceara su cara.

El aire cada tanto, se la refrescaba.

Su cara asomaba por la ventanilla, queriendo atrapar a ambos, al sol y al aire.

Quería aire. Necesitaba libertad. Deseaba viajar. Soñaba con volar. Quería olvidar.

El ruido de la caravana la mecía, pero ella, con sus ojos cerrados, no veía nada porque no quería ver nada.

Sólo quería sentir.

Así viajó ella durante un tiempo incontable. Cada tanto, abría los ojos y miraba al sol dejando que él le nuble la vista con su poderosa luz.

Cada vez que abría los ojos, al instante los cerraba y esperaba un poco y entonces, los volvía a abrir. De esta manera se enceguecía pero también atrapaba destellos en su alma.

Y en eso estaba, camino hacia un lugar brillante, pero sin nombre. No importaba el destino. Importaba el viaje.

En el vehículo había de pronto más acompañantes, pero ella no prestaba atención a nada más que a la magia de la naturaleza y a esas sensaciones de felicidad que estaba recibiendo.

Continuaba mirando al sol cuando de pronto, ve algo diferente. Intenta centrar su visión en ese objeto, pero los destellos la confunden.

Cierra y abre los ojos, para que ellos vuelvan a captar a esa figura que se dibuja en el cielo. Un cielo azul, transparente y cristalino sólo acompañado de algunas tímidas nubes.

Cuando consigue ver algo, el objeto empieza a tomar forma.

La figura es una silueta de un animal fantástico.

De pronto, ya puede descubrir lo que el cielo esconde. Es un caballo con alas.

Un ejemplar precioso color marrón. Sus alas eran blancas como las nubes pero manchadas de tonalidades azules y ribetes de hilos brillantes.

Con cada movimiento, las alas se tornaban de los colores del arco iris.

El caballo era hermoso, imponente, esbelto. Su elegancia encandilaba, pero al mismo tiempo era divertido verlo jugar con el aire mientras volaba.

Giraba con energía, giraba dulcemente. Era como un niño jugando con las nubes.

Mientras más volaba, más se acercaba a la tierra.

Bajaba lentamente desde el cielo mostrando su belleza, y a cada instante se veía más grande, más hermosamente cautivador, más espectacular.

Ella, sentía una inmensa felicidad de poder ver lo que estaba viendo.

Llamó a alguien que viajaba con ella diciéndole "...deja todo lo que estés haciendo y ven a ver esto, no hay nada más hermoso que esta visión...".

Y no sabe si alguien más pudo verlo por más que ella susurraba creyendo que gritaba, mientras no dejaba de admirar esta indescriptible visión.

El caballo bajaba cada vez más y de pronto, pudo admirarlo en todo su esplendor.

Era marrón chocolate, con un pelaje brillante, unas crines sedosas y negras, y unos profundos ojos marrones que transmitían dulzura e ilusión.

Sus alas seguían brillando aunque mientras más se acercaba a la tierra, se iban haciendo más pequeñas.

Todo parecía indicar que el caballo, llegaría a pisar la tierra.

Ella, tenía miedo que no supiera como hacerlo, tenía miedo que dejara de ser tan maravilloso y también que no supiera como aterrizar.

Pero al miedo y a la incertidumbre los olvidaba cada vez que, entre giro y giro el caballo la miraba a los ojos.

Cuando ya estaba muy cerca, las alas desaparecen pero el caballo seguía siendo un ser embriagador.

Ella quería tocarlo, quería acercarse pero al mismo tiempo, sólo quería saber simplemente que seguía allí, volando, existiendo.

En un momento el caballo toca el suelo dulcemente con sus patas delanteras y ella, se siente feliz de saber que finalmente, ha llegado sin daño alguno.

Cuando ella decide bajarse de su caravana y acercarse, con la misma velocidad con que volaba, el caballo, se gira, la mira y desaparece.

A ella le invade una angustiosa sensación de saber, que ya, se ha ido.

Temía que tal vez jamás volviera a sentir lo que había sentido viendo ese animal salvaje y divertido, elegante y especial.

Pero pensó, que al menos, ella había podido verlo.

Había podido disfrutar de su compañía en una trayecto de su viaje.

Su corazón se acongojó porque su camino tenía que continuar y temía, no volver a verlo.

Pero una estela de polvo que el animal había dejado tras de sí, le recuerda que él sigue viajando también.

Ella sabe, que él también la ha visto, se ha quedado con su cara de dulzura y de admiración. Pero el, sigue su camino.

Ella entiende, que debe hacer lo mismo. Debe agradecer el tiempo compartido y seguir su vida.

Intenta olvidarse de la visión pero prefiere pensar que en algún lugar, en otro momento, en otra vida, se reencontrará con este ser especial que le ha dado momentos de placer, de alegría, de diversión y de pura ilusión.

Buen viaje, que seas feliz allá donde vayas -piensa ella-, yo jamás te olvidaré. Y no lo haré porque de haber podido tenerte no serías lo que eres.

Y tú eres un ser libre e imposible.

Cuando ella dejó de llorar, le escribió su última carta:

Este ha sido un dulce sueño. Sé que mi caballo eres tú, y tú no sabes que yo, te escribo. Muchas veces me has dicho que te gusta como escribo y que siempre pongo bonitos títulos a mis cartas.
Por eso, tal vez sin saberlo, me has impulsado a escribir y te lo agradezco.
Nunca sabrás lo mucho que te he querido. Y a pesar de que era una utopía, siempre albergué en mi corazón un pequeño espacio que decía "tal vez...".
Pero está bien que no lo sepas, no lo entenderías y me harías tratar de explicar algo que sé que no quieres escuchar.
Te echo mucho de menos, pero no importa. Así las cosas están mejor.
Tú perteneces a otro lugar y yo, me quedo en el mio.
Sólo deseo que seas muy feliz.

8 comentarios:

Ivana Carina dijo...

Kiri!!! Mujer!!! ¡Qué maravilloso, encantador, melancólico y precioso post!!!
Me quedé estática leyéndolo... queriendo saber como terminaría... y no me desilusionaste...
Qué romántica incurable!!!
Me EN - CAN - TO.....
HARRMOOSSOOO...
Congratulations!! Bien merecido te lo tenés!! Pasá por mi casita y tenés una sorprise!!!
Después te explico... mdqee1t
Besos patagónicos de la Pucca emocionada hasta las lágrimas...

Kiri dijo...

Gracias nena. Ya pasé por tu casita, pero vuelvo sin problema...el triciclo me lleva como loco!!!! Un beso y me alegro que te haya gustado.

Anónimo dijo...

Cuánta dulzura y cuánto amor. Espero que te vuelva, es lo menos que te puede pasar... que te vuelva y que puedas verlo y recibirlo y saber que realmente te lo merecés porque eso ¿lo sabés?

¡snif!

Kiri dijo...

Hola cariño. No llores...ya sabemos que todo va y vuelve :-) Y sólo debería retenerse si sirve, sino, "alpiste fuiste". Besitos y mañana hablamos. Y gracias, vos también te lo merecés!

Carlota dijo...

Tú dime dónde está ese caballo, que le voy yo a decir cuatro palabritas...será...bobo!! no darse cuenta de la estupenda yegua argentina que se pierde!!!Cielo, sólo puedo decir que le hagas leer este escrito, y si aún así te deja ir, seguro que la vida te depara algo mejor. Besos, cariño, y a ver cuando vienes a verme y tomar un cafetito...jeje.

Anónimo dijo...

Suelen decir que si quieres mucho a alguien, no debes forzarle a que se quede, debes dejarle marchar. Su regreso ha de ser decisión únicamente suya, sólo así podremos estar seguros de que realmente quiere quedarse.
Ya, pero cuesta tanto...
Es como aquella película de Disney, con personajes reales, en la que el niño se encuentra un cervatillo (viven en una cabaña en el bosque) herido y huérfano. Su familia lo acoge, le curan y el niño no quiere dejarle ir, pero sus padres le dicen que tiene que ser así. El cervatillo necesita libertad y si tanto le quieres, debes dejarle marchar. Al final le suelta. ¡Menuda llorera!, jejeje.

Besos

juan rafael dijo...

¡que cielos más bonitos deben haber por ahí! sin contaminación.

Kiri dijo...

Carlota: Hola guapa...el caballo como tiene alas, voló:-) Y sobre el cafetito..pues en cualquier momento...jajaja. Y que poder tiene la mente...hoy el ser hizo un vuelo sin alas por el mail. Pero nada, yo sigo mi camino. Y sí,la vida me deparará algo mejor, lo sé sólo es cuestión de saber elegir y además, no empezar algo que no tiene futuro.

Nat: Lo sé...de esto se trata...dicen "si amas a alguien déjalo libre, si vuelve a ti, es tuyo, sino, jamás lo ha sido".
Y se voló jajajaja. Un besito guapa.

Juan: Sí, los cielos por aquí están claros, clarísimos...tanto como para ver un caballo con alas:-)